Pasando la avenida Chiclayo y entrando por la calle Bolívar de José L. Ortiz, desde hace 20 años se levanta el asentamiento humano, San Juan de Dios, donde cientos de familias utilizan agua de noria.

 

Eumelia Correa Pérez es una de las moradoras de este sector, quien lamenta que a pesar del tiempo transcurrido sus familias parecen estar condenadas al atraso y ausencia de los esenciales servicios básicos.

“No tenemos nada. No tenemos agua, no tenemos desagüe. Para tener agua nos abastecemos de las norias que nosotros mismos hacemos o compramos el líquido a los aguateros que vienen a hacer sus negocios por acá”, comentó la vecina.

 

Eumelia Correa evocó que, hace muchos años tenían piletas de agua que Epsel les instaló, pero estas fueron deshabilitadas cuando se ejecutó la obra de la avenida Chiclayo, “taparon el tubo que venía hacia acá, ahí quedó, ahora ya no hay ni señas de dónde quedaban las piletas”.

 

Otro calvario similar lo pasan para realizar sus necesidades fisiológicas, pues ante la ausencia del servicio de alcantarillado improvisan ‘pozos ciegos’, pero como estos por los años ya son varios los cavados en sus corrales, ahora como ya no tienen espacio en el interior de sus viviendas los construyen en el frontis de sus casas.

 

“Ahora los hacemos afuera, los conectamos a los baños en el interior de nuestras casas y cuando se llenan le pagamos a una persona que viene con una movilidad y nos limpia estos pozos”, indicó.

 

La moradora reclama porque a pesar de esta gran necesidad, ninguna autoridad edil, menos regional, se interesa por darles una solución a esta problemática, menos los políticos ahora en campaña.

 

“Solo vienen cuando buscan el voto, por ejemplo el actual alcalde (Wilder Guevara), recién ha venido por aquí hace unos meses, pero sin alternativas de solución. El camión de la basura no pasa por acá hace semanas, es raro porque siempre pasaba una vez a la semana, el centro médico más cercano para nosotros está en Urrunaga, y de aquí está lejísimos”, añadió.